Es aterrador ver cómo la comunicación a veces puede ser tan deficiente. Cómo un número mínimo de intermediarios puede llegar a modificar tanto un mensaje.
La publicidad se basa en crear un mensaje nuevo y creativo que dé a luz cada día a un reformulado "¡Por favor, cómprame a mí!". Pero a veces se pierde en las esquinas de los egos, que están llenas de sombras.
La gente que se dedica a la comunicación debería promoverla, cuidarla y respetarla como disciplina y como parte de la vida de todas las personas que están a su alrededor, no simplemente conjugar infinitamente pronombres posesivos en primera persona. Pero por desgracia el servilismo confunde a las nobles causas y a la materia gris, que se vuelve de un tono un poco más cenizo de lo habitual.
Casi siempre, vender un producto, una marca o, simplemente, venderse a uno mismo conlleva una reflexión ética y moral que no siempre tiene un final en el que se incluyan perdices.
Cuánta razón tienes!En todo, menos en el final...A veces las perdices están agazapadas y de repente salen todas juntas...
ResponderEliminarEste final de momento aún tiene las perdices en el horno. Pero seguro que los próximos tendrán unas perdices del tamaño de pavos.
ResponderEliminarUn beso enorme!
Para ser fiel a uno mismo hay incluir fuerza y valentía, muchas veces nos flaquea, pero cuando se consigue el resultado es genial. Este blog tiene trazas de serlo. ;)
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